grupo de cristianos


¡Amar al Señor más que a nadie!

21.02.2012 14:39

TEMA DE LA SEMANA: ¡AMAR AL SEÑOR MÁS QUE A NADIE!

¿Nos pide el Señor también hoy anteponerlo a Él, amarlo a Él más que a nuestros padres, más que a nuestros hijos, más que a los que más queremos en
el mundo? ¿Cómo querer y amar más a quien no vemos (ver 1Pe 1,8)? ¿Qué locura es ésta? ¿No sería esto promover un exagerado radicalismo, o
idealismo, o “fanatismo” incluso, por ejemplo, entre los jóvenes? Sin embargo, allí están también para nosotros las palabras del Señor: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí». ¿Cómo entender, pues, esta tremenda exigencia?

La clave nos la da el mismo Señor: lo que posponemos o “perdemos” por Él,¡en realidad lo encontramos, lo ganamos, y no sólo para esta vida, sino para toda la eternidad! Y es que amarlo a Él por sobre todos, ponerlo a Él en el
centro de nuestros afectos, no es una invitación a amar menos a quienes tanto queremos, sino todo lo contrario, es una invitación a amarlos más, a
amarlos como el Señor Jesús nos ama, con su mismo amor, con su misma madurez. ¿Y no es este acaso Su mandamiento: «que os améis los unos a los
otros como yo os he amado» (Jn 15,12)? Sólo quien a Él lo ama más que a nadie, puede amar como Él. Y quien ama como Él, gana mucho más, para sí
mismo, y para sus seres queridos. 

Quien en cambio pospone a Cristo por amar más a sus padres, o a sus hijos, o a sí mismo, lo perderá todo aunque de momento parezca que “gana” para sí.

Cuando mueran sus padres, sus hijos, sus seres queridos, ¿cómo podrá permanecer en comunión con ellos quien ha pospuesto a quien es la Vida misma
(ver Jn 14,6), a quien es Amor Él mismo (1Jn 4,8.16) y la fuente de nuestro amor humano? Imposible, porque él mismo o ella misma se perderá para siempre (ver Mt 10,39). 

Y tú, ¿qué eliges? ¿Ganar en amor, o perderlo para siempre? 


MEDIOS CONCRETOS

1. Un signo muy claro de que el Señor está por encima de todo y de todos en nuestra vida es la activa participación en la Misa Dominical. Ser fieles a ese Encuentro semanal con Cristo es afirmar: Sin el Domingo no podemos vivir... ¡Cristo está en el centro de mi vida y de mis afectos! ¡Yo necesito de Cristo, necesito encontrarme con Él, nutrirme de Él, para poder
vivir y amar como Él! Así pues, ¡jamás antepongas tus flojeras y cansancios, tus estudios o diversiones, reuniones familiares o con amigos a
la participación de la Misa Dominical! 

2. ¿Eres un padre o madre de familia? ¿Qué harías si el Señor te pide que le entregues a uno de tus hijos/as? Medita en estas palabras del Papa Juan
Pablo II: «el deseo vivo y desinteresado de toda persona que ama verdaderamente es que el otro sea, que se realice su bien, que se cumpla el
destino que ha trazado para él Dios providente» (Catequesis, 16/11/1983, 2).
Si tu hijo/a tiene inquietudes vocacionales, no lo/a retengas, aliéntalo/a a responder a lo que Dios le pide (¡no quieras trazar tú su destino e
imponérselo!), apóyalo/a aunque te cueste la vida, acompáñalo/a en su búsqueda respetando su libertad al máximo. ¡Su felicidad será la tuya! ¡Y el Señor hace verdaderamente feliz! ¡No tengas miedo! Y si el Señor promete su recompensa a quien de «tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo», ¡cuánto mayor será la recompensa que Él te tiene reservada si tú le entregas un hijo/a!

3. Puedes imprimir este acto de amor a Jesús y llevarlo contigo para recitarlo cada vez que vayas a visitar al Señor en el Santísimo:

¡Señor y Dios mío! 

Te quiero más que a nada en este mundo,
Más que a mis padres, más que a mis hijos, 
más que a mi esposa/o, más que a mis amigos más entrañables…

Amándote más, ¿pierdo yo? ¡No! ¡Gano mucho más!
Y es que yo sé que amándote más a Ti, 
Podré amar tanto como Tú: 

Amar como Tú a mis padres, 
amar como Tú a mis hijos, 
amar como Tú a mi esposa/o,
¡amar como Tú a quienes ahora tanto quiero!

¡Y sé que los gano para siempre, 
porque en Ti ese amor perdurará por toda la eternidad, en la eterna comunión Contigo y con todos los santos!

Señor: ¡Tú no quitas nada y lo das todo!
Que no tenga miedo de amarte siempre más que a nadie, 

Para ganar ese amor pleno y eterno que Tú nos ofreces.

Amén.

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